Los cambios, casi permanentes exigen la pertinencia de la formación permanente del profesorado, exigencia acentuada por otros nuevos indicadores:
El impacto de las tecnologías de la información y comunicación, acentúa la exigencia de innovación continua del profesor, porque no se trata de incorporar máquinas a las aulas, sino que todas las tecnologías implican cambios en la metodología, en la evaluación, en la organización, en los agrupamientos, en el tiempo.
La formación en centros, aproxima la formación a los problemas concretos del aula y del centro, lejos han de quedar los cursos de formación.
La inteligencia del profesor es el mejor recurso para su tarea educativa, por ello es conveniente trabajar con los profesores, primero entre ellos en un trabajo colaborativo rico y necesario para el centro educativo y si vienen asesores externos es para trabajar con ellos, no “sobre” ellos.
El profesor tiene que estar motivado, tiene que reinventar su función cada día para sobrevivir y tener éxito en su trabajo diario. Hay estudios que demuestran que si el profesor está desmotivado los alumnos motivados rinden un 20% menos, los desmotivados, mucho más.
¿Qué motivación tienen la mayoría de los profesores, cuando se recortan sus funciones al incrementar sus dedicación lectiva, se le tacha de privilegiados, insolidarios y vagos, se les recorta su formación, que la hacían fuera de horario y con mucho esfuerzo personal, y se les recorta su salario?
Los recortes en educación son hambre para hoy y hambre para mañana.
¿Para qué sirvieron los 1.300.000€ que el Gobierno de la Comunidad de Madrid se gastó en publicidad en los medios de comunicación y cartelería por las calles, para la Ley de autoridad del profesor? ¿No podrían servir para evitar algunos recortes? ¿Por qué no se recorta de la TV autonómica con mínima audiencia y sólo propaganda política? ¿Por qué no se recorta en propaganda?
Recortes sí, no hay más remedio, pero ¿Dónde? y ¿Para qué? En educación, no y para menos educación, tampoco.