Mariano Rajoy estuvo hasta los
quince años en León; no le adoctrinaron en el nacionalismo, porque en aquel
momento no sabía que en 1188 se celebraron Cortes bajo el reinado de Alfonso IX. De mayor,
tampoco se enteró aunque su partido, el PP Gobierna en Castilla y León, y la Junta concedió en 2011 a la ciudad de León, el titulo de
cuna del parlamentarismo, y la UNESCO, en 2013 reconoció en León “el testimonio
documental más antiguo del parlamentarismo europeo”. Puede que Rajoy no hubiera
estudiado esto en León, puede que se le hubiera olvidado si lo estudió, que
no tuviera presente ese dato ante la
primera ministra May, o que tratara de de agasajarla con una lisonja entre
estadistas, o como muestra de proximidad; como cuando le dijo al Presidente
Trump que era amigo de Nadal, con lo que le molestaría a Trump que Nadal, un
hispano, ganara en esos días el abierto
de EE.UU.
Rajoy pidió perdón a los
leoneses, se consideró leonés de adopción y valoró la llegada a León del AVE, inaugurado
por él mismo y la ministra de Fomento Ana Pastor el 29 de septiembre de 2015 y
que llevaba desde 2008 en un baile de fechas. Por cierto, Felipe González llevó
el AVE a Sevilla, Zapatero a León y Rajoy ¿cuándo a Galicia? En la oposición,
él pedía fechas concretas al Gobierno del PSOE, y la Xunta de Galicia se quejaba
del retraso de las obras y exigía compromisos de fechas; ahora Rajoy en el
Gobierno no tiene prisas ni es prioridad, y la Xunta “comprende” que no se
cumplan los plazos.
Rajoy, fue declarado persona “non grata” por el Ayuntamiento de Pontevedra por haber concedido una prórroga de 60 años a
ENCE Celulosas, que debería abandonar la Ría de Pontevedra en 2018;
concesión de prórroga otorgada con nocturnidad, alevosía y con el Gobierno en
funciones. Nunca pedirá perdón y pasará a la historia, por tamaña catástrofe
para la Ría y las gentes de ambas riberas y para todos los que pasan o visitan
Pontevedra, ciudad premiada por organismos mundiales y nunca visitada
oficialmente por el Presidente Rajoy. Ya no asiste a la Plaza de Toros en las
Fiestas de la Peregrina, ya tampoco
pasea Pontevedra pero sí asiste al Baile del Casino donde sus amistades, sus
colocados y sus aduladores aspirantes a
ser colocados le ofrecen ánimo hasta altas horas de la madrugada.
Rajoy que participaba en la V
Cumbre Unión Africana-Unión Europea, en un momento de descanso o de “morriña
patriótica” visitó el patrullero Infanta Cristina, fondeado en el puerto de
Abiyan, y a bordo, les comentó a los marinos que luchaban contra la piratería,
la inmigración ilegal y el narcotráfico que él había vivido en la calle
Salvador Moreno y no sabía porque le habían cambiado el nombre (que ahora es
Rosalía de Castro), pero que él le sigue llamando igual. Se levantó la polémica,
saltó a los medios y tertulias, el Intermedio le explicó a Rajoy escolar, la
figura del Almirante que mandó bombardear a civiles en Málaga y Gijón.
Otros opinan que Rajoy sí sabía perfectamente
las andanzas del Almirante, pero que aprovechó la lejanía de Marín en África y
el acercamiento a la tropa de la marina, para provocar un titular de
entretenimiento.
Incluso otros,
en una tercera banda comentan que es un ataque más a la Ley de Memoria
Histórica, por tres motivos: primero,
porque cumplió su promesa de derogar de facto la Ley de Memoria Histórica al
dejarla sin fondos; segundo, que el cambio de nombre se produjo en 2002, 15
años antes de la Ley de Memoria, en 2008, por moción de los Concejales del BNG
y PSOE, y por supuesto con el
voto en contra del PP; con lo que sin ley o con ley, se mantiene y perdura el posicionamiento propio; tercero,
“yo la sigo llamando Salvador Moreno”, actitud que recuerda al ínclito
antecesor, Aznar ”las copas de vino que tengo o no tengo que beber, déjame que
las beba tranquilamente” dijo el Medalla de Oro de la Academia del Vino de
Castilla y León.
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