El 24 de mayo los
centros educativos van a recibir millones de visitas porque además, son
colegios electorales. Ese día los colegios están vacíos, pero se puede observar
si ha habido cambios en los cuatro años sucesivos de cada elección. Es conocida
la anécdota del emigrante que regresa después de largo tiempo y se encuentra
con los cambios que se han producido en su calle y su ciudad que le llevan a
dudar si no se ha equivocado de donde ha vivido; pero andando, se encuentra con
el centro donde ha estudiado y ya se queda tranquilo, porque el centro es el
mismo, sigue igual.
El
impulso de la República por la educación se puede constatar con unos edificios
de calidad, obra de prestigiosos arquitectos; edificios que muchos ayuntamientos
y otras administraciones quieren ocupar, alegando todo tipo de razones.
La explosión escolar
supuso que se alquilaron edificios, sobre todo los bajos para las escuelas
unitarias, y ya con los pactos de la Moncloa se construyeron buen número de
centros educativos. Como el dinero era escaso, los edificios respondieron a un
plano único, con materiales, como mucho de segunda, y lo mismo daba que se
construyera en Galicia que en Andalucía. Ya en tiempos recientes, era muy
difícil que un arquitecto escolar, pudiera introducir algunos cambios para
adaptarse al entorno, para usar materiales de la zona, o para diseñar un centro
educativo que no se pareciera a una empresa, a unas oficinas o a un
correccional. En algunas autonomías, la más famosa por la Ciudad de las Artes, el
aeropuerto sin aviones o la ruta del despilfarro y la “caloret”, hay, hoy, barracones
como centros educativos.
Los
centros educativos son el eje del sistema educativo, más importantes que la
Consejera o que el Ministro, porque en ellos están los alumnos, lo más
importante del centro. Los alumnos son los verdaderos sujetos de derecho,
tienen derecho a estar escolarizados y tienen derecho al éxito escolar. Para
que los alumnos tengan éxito, están los profesores, unos profesores que para
que los alumnos logren el éxito necesitan del apoyo y colaboración de todos,
pero el primero el de la Administración educativa. Profesores motivados y con
formación continua en el ejercicio de su labor, formación promovida, adquirida
y ejecutada en el propio centro; profesores comprometidos con el centro y con
fuerte sentido de pertenencia al mismo. En el centro están los padres, los
responsables del proyecto educativo de sus hijos en su desarrollo personal,
académico y social, con la ayuda del profesor; que también pueden participar en
el aula mediante las comunidades de aprendizaje o comunidades para mejorar
competencias de los alumnos y que han de participar en la gobernanza del centro
con su participación en el Consejo Escolar, en las Ampas o en programas
específicos.
Alumnos, padres y
profesores organizados democráticamente, Centros democráticos, no con una
democracia burocrática, sino de cooperación, colaborativa y subsidiaria.
Centros con autonomía para responder a sus propias necesidades y expectativas,
a las necesidades e intereses de los alumnos, a la creatividad y a los
planteamientos innovadores de los profesores, centros con su propio y
diferenciado Proyecto Educativo. Centros transparentes y con rendición de cuentas,
primero ante los alumnos y después ante la comunidad educativa y la
Administración educativa. Centros abiertos, no sólo en horario lectivo sino
fuera de él, porque los centros educativos han de ser un punto de encuentro y
de enriquecimiento colectivo de la comunidad educativa y del barrio, con
actividades sociales, culturales, deportivas.
Este sería el planteamiento
que pusiera en primera posición todas las situaciones y actuaciones de los
centros educativos, sin ideología sin partidismo, solo educación para todos y
de calidad, pero la realidad no es esa.
Buena parte de los
centros se limitan a cumplir las normas, son una prolongación de la
organización burocrática de la Administración educativa, por ello no se preocupan
tanto de su Proyecto Educativo; los
centros educativos no tienen autonomía, la administración le otorga la
plantilla de profesores sin tener en cuenta sus necesidades, lo someten a los
caprichos interesados como el del distrito único, le presionan para situarse en
un ranking con valores contrarios a la equidad y a la justicia; son tampoco
importantes, que se pueden recortar su personal y recursos sin que importen sus
efectos, ni siquiera importa su nombre.
Ante
las elecciones municipales y autonómicas es importante revisar lo que han hecho
las administraciones educativas gestionadas por los partidos políticos; para
nuestra desgracia, la de todos, la
educación importa poco tanto en los programas de los partidos como en los
mítines, y lo poco que importa sólo vale para captar el voto, después ya no
tiene valor.
Para desgracia
mayor, el voto es un cheque sin fondos, un voto sirve para gastarse 2.700.000
€, Comunidad de Madrid, en recordar los plazos de la matrícula, en las calles,
en el metro, en la radio en su tele; plazos que siempre son los mismos, pero
que se pueden cambiar si hay elecciones. El anuncio es caro, porque dice más
cosas, pero necesitamos más espacio para descubrirlas.
Europa le ha
insistido a España que no recortara en educación, pero recortar en educación es
muy fácil, y todavía más si no se piensa que las consecuencias son funestas y
durarán muchos años, más allá de su legislatura, y que venga quien venga a
intentar arreglarlo; el voto ha servido para justificar que con menos dinero,
menos profesores y más alumnos se han conseguido, dicen, mejores resultados. El
voto ha servido para que un Consejero, campeón de los recortes, se presente en
los centros y se fotografíe con los alumnos y alumnas, con sonrisa de oreja a
oreja al tiempo que dice que tiene el mejor sistema educativo de la historia.
A
los centros educativos, la Administración educativa les exige rendición de
cuentas y cada día más ¿quién le exige rendición de cuentas a la Administración
y al partido que la sustenta? Para nuestra última desgracia, para la educación,
para la mayor calidad de vida, sólo tenemos una oportunidad, el voto cada
cuatro años; el cheque que tenemos en nuestra mano todos los días, sólo tiene
valor el día de las elecciones. Una sociedad democrática, educada y
desarrollada otorga a sus ciudadanos un cheque con un valor que se puede
ejecutar cada día.
La educación es responsabilidad del
Estado, el Estado somos todos, no los partidos políticos ni siquiera el
Gobierno; la sociedad civil, con sus organizaciones e individuos es la
responsable, la que exige la rendición de cuentas de como se administran sus
impuestos para y en la educación. Aunque el voto solo vale el día de las
elecciones, por definitiva desgracia, por ello vale la pena pensarlo antes de
otorgar un cheque en blanco para la educación a quienes son de fiar o lo pueden
intentar o a otros en los que no se puede confiar. El voto en educación depende
de lo que se dice en los programas y de si hay confianza de que lo que se dice se
va a cumplir. De las elecciones también se aprende; en el fondo estamos en la
escuela toda la vida; tenemos vida mientras podamos aprender. Sí vale la pena
vivir, vale la pena aprender.